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miércoles, abril 11, 2007 |
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Durante un tiempo, breve, por algunas semanas.
Soledad escribía en hojitas de su cuaderno, textos aparentemente inconexos.
Arrancaba el trozo donde sus letras y la pegaba con cinta adhesiva, en cualquier lugar.
Había por supuesto el factor del azar, si me encontraba con la hoja leía su contenido, muchas veces volvía para leer varias veces.
Lejos de concretar el texto, éste se multiplicaba, cambiaba frenéticamente. Una aventura inasible pero irrenunciable.
Por días había hojas aferradas a la cinta, y a un poste, o a una ventana, o a una puerta, a un mueble, a un auto, a cualquier objeto.
Seguramente terminaban por caer, presa de los elementos.
Leí varios, nunca suficientes. Claro que me perdí de otros, quiero pensar que no fueron muchos.
Pero dejo de hacerlo.
Me gustaba mucho leerla, porque es una forma de tocarla.
Y se sabe, lo que uno toca lo hace suyo. . |
Por Oscar Huerta @ 1:18 p.m. |
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